Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza

Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza

Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza

Cristo se hizo pobre

Dios ha querido arreglar este mundo tan injusto, lleno de desigualdades, por el camino de la pobreza voluntaria del Hijo de Dios, que siendo rico se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (2Co 8,9). Es más, la realeza de Cristo emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios. Su completo abandono al Padre expresa su pobreza total, a la vez que hace evidente el poder de este Amor. Cristo se ha vaciado completamente de sí mismo por amor al hombre, se ha despojado de su condición divina… hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz (Flp 2,6-8).

Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres. Esta salvación vino a nosotros a través del sí” de una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio. El Salvador nació en un pesebre, entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres; fue presentado en el Templo junto con dos pichones, la ofrenda de quienes no podían permitirse pagar un cordero (cf. Lc 2,24; Lv 5,7); creció en un hogar de sencillos trabajadores y trabajó con sus manos para ganarse el pan. Cuando comenzó a anunciar el Reino, lo seguían multitudes de desposeídos, y así manifestó lo que Él mismo dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres” (Lc 4,18). A los que estaban cargados de dolor, agobiados de pobreza, les aseguró que Dios los tenía en el centro de su corazón: “¡Felices vosotros, los pobres, porque el Reino de Dios os pertenece!” (Lc 6,20); con ellos se identificó: “Tuve hambre y me disteis de comer”, y enseñó que la misericordia hacia ellos es la llave del cielo (cf. Mt 25,35s)1.

Posteriormente, los primeros cristianos, tras haberse encontrado con el Señor Resucitado y haber recibido el Espíritu Santo, “vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2,45). Estas palabras muestran claramente la profunda preocupación de los primeros cristianos por las diferentes necesidades. El evangelista Lucas describe sin retórica la comunión de bienes en la primera comunidad2.

De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad3.

Discípulos pobres

Ha habido ocasiones, sin embargo, en que los cristianos no han escuchado completamente este llamamiento, dejándose contaminar por la mentalidad mundana. Pero el Espíritu Santo no ha dejado de exhortarlos a fijar la mirada en lo esencial. Ha suscitado, en efecto, hombres y mujeres que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres. Cuántas páginas de la historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que, con toda sencillez y humildad, y con el generoso ingenio de la caridad, han servido a sus hermanos más pobres. Entre ellos destaca el ejemplo de san Francisco de Asís, al que han seguido muchos santos a lo largo de los siglos. Él no se conformó con abrazar y dar limosna a los leprosos, sino que decidió ir a Gubbio para estar con ellos. Él mismo vio en ese encuentro el punto de inflexión de su conversión. Este testimonio muestra el poder transformador de la caridad y el estilo de vida de los cristianos4.

El Santo Padre Francisco no se cansa de decirnos que los pobres tienen que estar en el centro de la vida de la Iglesia5. Es más, ha instaurado la Jornada Mundial de los Pobres para hacer presente esto mismo en cada país, en cada diócesis y en cada parroquia.

Y, en este sentido, nosotros somos los primeros pobres. No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad. Es la pobreza la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia. La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido6.

Se trata, por tanto, de que un pobre, tú y yo, ayude a otro pobre, tienda la mano a los otros pobres, para encontrarlos, para mirarlos a los ojos, para abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. El Padre nuestro es una oración que se dice en plural: el pan que se pide es “nuestro”, y esto implica comunión, preocupación y responsabilidad común. En esta oración todos reconocemos la necesidad de superar cualquier forma de egoísmo para entrar en la alegría de la mutua aceptación.

Esta actitud de “pobre” de cada uno de nosotros nos abrirá mejor a la fe, a la necesidad de Dios, a su bendición, a su Palabra, a la celebración de los Sacramentos y a un camino de crecimiento y de maduración en la fe. Y esto mismo, antes de nada, es lo que tendremos que ofrecerles a nuestros hermanos pobres: una atención religiosa privilegiada y prioritaria7. No podemos descuidar lo que nos es propio: llevar a todos hacia Dios y hacia la santidad8.

Instrumentos de Dios

Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo9. En relación con los pobres, no se trata de jugar a ver quién tiene el primado en el intervenir, sino que con humildad podamos reconocer que el Espíritu suscita gestos que son un signo de la respuesta y de la cercanía de Dios. Cuando encontramos el modo de acercarnos a los pobres, sabemos que el primado le corresponde a él, que ha abierto nuestros ojos y nuestro corazón a la conversión. Lo que necesitan los pobres no es protagonismo, sino ese amor que sabe ocultarse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone al servicio es instrumento en las manos de Dios para que se reconozca su presencia y su salvación10. Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto. “Si alguno que posee bienes del mundo ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17).

A veces somos duros de corazón y de mente, nos olvidamos, nos entretenemos, nos extasiamos con las inmensas posibilidades de consumo y de distracción que ofrece esta sociedad. Así se produce una especie de alienación que nos afecta a todos11. Necesitamos, el silencio de la escucha para poder reconocer la voz de los pobres. Si somos nosotros los que hablamos mucho, no lograremos escucharlos. A menudo me temo que tantas iniciativas, aun siendo meritorias y necesarias, están dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre. Estamos tan atrapados por una cultura que obliga a mirarse al espejo y a preocuparse excesivamente de sí mismo, que pensamos que basta con un gesto de altruismo para quedarnos satisfechos, sin tener que comprometernos directamente12.

Por último, debemos alabar y animar a aquellos cristianos, como la Asociación Resurgir, en Huelva, que espontáneamente se ofrecen para ayudar a los demás hombres. Más aún, es deber de todo el pueblo de Dios, animado y guiado por la palabra y el ejemplo de sus obispos, aliviar, según las posibilidades de cada uno, las miserias de nuestro tiempo y de nuestra ciudad; y esto hay que hacerlo, como era costumbre en la antigua Iglesia, dando no solamente los bienes superfluos, sino aun los necesarios13. El espíritu de pobreza y de caridad debe ser la gloria y el testimonio de la Iglesia de Cristo.

NOTAS[su_divider top=»no» style=»dashed» divider_color=»#5d3d0c» size=»1″]

  1. Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (EG), sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, n. 197, 24 noviembre 2013.
  2. Mensaje del Santo Padre Francisco en la I Jornada Mundial de los Pobres, 13 junio 2017.
  3. EG 186.
  4. Mensaje del Santo Padre Francisco en la I Jornada Mundial de los Pobres, 13 junio 2017.
  5. Cf.EG 198.
  6. Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 25-45.
  7. Cf. EG 200.
  8. Mensaje del Santo Padre Francisco para la II Jornada Mundial de los Pobres, 13 junio 2018.
  9. Cf. EG 187.
  10. Mensaje del Santo Padre Francisco para la II Jornada Mundial de los Pobres, 13 junio 2018.
  11. Juan Pablo II, Carta Encíclica Centesimus annus, n. 41, 1 mayo 1991.
  12. Mensaje del Santo Padre Francisco para la II Jornada Mundial de los Pobres, 13 junio 2018.
  13. Constitución Pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual del Concilio Vaticano II, nn. 88-90, 7 diciembre 1965.

 

UN ARTÍCULO DE

Jacob Martín Rodríguez

Sacerdote onubense. Actualmente Rector del Seminario Redemptoris Mater de Córdoba

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Al igual que me pasara con Ernesto Cardenal, quise buscar desde ángulos parecidos, fuentes de información sobre aproximación histórica en torno a monseñor Oscar Arnulfo Romero. Y quién mejor que alguien que le conoció bien, con quien compartió encuentros y confidencias y así evitar caer en ese concepto tan de actualidad que se da en llamar la post-verdad (la verdad, decía Platón, “es un bien superior”)y no depende de nuestras opiniones que hace no tener tan claro lo que es o no verdad, pues aquella se refiere a la emisión más o menos contrastada, con el objeto de influir en convencimientos a la sociedad. Por tanto, me remito a lo que relata esa fuente: la periodista teóloga y escritora cubana/nicaragüense María López Vigil en su libro Piezas para un Relato (1993), hecho a base de testimonios vividos en primera persona, contados desde que aquel cipote (niño), jugaba a hacer procesiones y que forman parte de la verdad histórica hasta su asesinato.

Cuenta que en una de las visitas que Romero hizo al Vaticano, para buscar apoyo ante las violaciones a los derechos humanos cometidos por el gobierno del Salvador y los escuadrones de la muerte, confesó a la entonces corresponsal en América Latina lo decepcionado que volvió del encuentro con el Papa Juan Pablo II.

Hubo una discusión de tipo político entre monseñor y el Santo Padre: Juan Pablo insistía en la necesidad de llevarse bien con aquel gobierno opresor y corrupto, mientras Romero denunciaba que se estaba masacrando al pueblo, así como presentaba abundantes documentos al Papa informándole lo que estaba ocurriendo y obteniendo respuestas como aquella en la que a la vista de esas carpetas, llegó a tomar actitudes tan nefastas y de todos conocidas –“Monseñor, no tenemos tiempo para leer tantas cosas, no venga aquí con tantos papeles”-. Dice María que en un encuentro con Romero, ya de regreso del Vaticano, le contaba con amargura que después de tantas dificultades para ser recibido “se sintió como hijo maltratado por su padre”. (mi visión personal es que aquellos conflictos distraían la atención del Pontífice, con intereses más cercanos al Báltico).

Aquel sacerdote, en principio neutral y amigo de los ricos, que hizo que los propios militares y oligarcas lo propusieran al Vaticano como obispo, se puso del lado de los pobres que clamaban justicia y vida ante un abismo de dolor y muerte y que redundaría en una masacre en el centro de San Salvador. Un año después, fue asesinado el jesuita Rutilo Grande, y a partir de entonces ya no volvió a ser nunca, aquel sacerdote al servicio de ricos de misa y comunión diaria e interpretación privada de la ley, poniéndose al servicio de los pobres, con un protagonismo cada vez más intolerante a un sistema que ejecutaba campañas de difamación y amenazas o también presiones recibidas de la propia iglesia, aún siendo conocedora de asesinatos de compañeros sacerdotes y que al fin provoca que su nombre ocupe primeros lugares en las listas de los famosos Escuadrones de la Muerte.

Jamás cuidó su seguridad personal, reconociendo, eso sí, que nunca había tenido tanto amor a la vida y tan poca vocación de mártir. Un 24 de marzo, cuando ponía punto final a la homilía, en una misa de difuntos en la capilla de un hospital de cancerosos y ante un puñado de fieles, le fue llegada la hora: un pistolero al servicio de Roberto Aubinssón, fundador del partido Arena, le disparó atravesándole el corazón, cayendo a los pies del altar y entregando su vida al servicio de los pobres.

Estoy seguro de que ya hace mucho tiempo, en una América latina que continúa convulsa, sigue inspirando cambios, sueños y veneración, sin necesidad de consideraciones para hacerlo santo pero sí elevarlo al lugar que siempre debió ocupar y ser suficientemente reconocido (he ahí la rapidez para unos y el silencio para otros).

Un Domingo de Ramos de 1980, los salvadoreños lo despidieron en una ceremonia multitudinaria que fue interrumpida por disparos y bombas arrojadas por los cuerpos de seguridad y que causaron 40 muertos y centenares de heridos. Está enterrado en la catedral de un pobre país de Centroamérica en el olvidado sur y con un tiro en el corazón .Al año siguiente se iniciaría una guerra que duraría doce largos años y es que, después de 20 siglos, el mensaje de Jesús de Nazaret sigue más actual que nunca. Aquel que nos dice cada día “paz a vosotros” también nos interpela a cambiar en favor de “los nadie” y denunciar en su nombre la injusticia y atentados contra la vida.

 

UN ARTÍCULO DE

 

Leonardo Valladares Domínguez

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Equipo de Soporte de Cuidados Paliativos: ángeles en bata blanca

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Tomás Camacho Pizarro es Médico, coordinador de los Equipos de soporte de Cuidados Paliativos del Área Hospitalaria Juan Ramón Jiménez y del Infanta Elena. A pesar de la disfunción hospitalaria, el dispositivo de paliativos atiende indistintamente a pacientes de estos dos hospitales. El Servicio está instalado en el Hospital Vázquez Díaz y cuenta con una zona de consultas externas y una planta de hospitalización con 19 habitaciones individuales donde  se trata a pacientes que se encuentran en la situación del final de la vida y fundamentalmente a pacientes con enfermedades oncológicas, en las que ya no son suficientes los tratamientos curativos y a los que se le aplican estos paliativos para mejorar la calidad de sus vidas, tratando de que, tanto el paciente como sus familiares, se vayan adaptando a una situación irreversible que los lleve en las mejores condiciones al final.

-En definitiva, evitar el sufrimiento.

-Evitar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes que tienen ya un pronóstico de vida realmente corta pero variable. Se intenta que esos días previos al fallecimiento, que pueden ser semanas o incluso meses o años, en los que todavía la vida persiste, se pretende que transcurran en las mejores condiciones, para que el paciente pueda disfrutarlos en compañía de la familia.

-¿Hay diferencias entre lo que conocemos como Unidad del dolor y el Equipo de Soporte de Cuidados Paliativos?

-Sí, mucho, totalmente. Lo que conocemos como Unidad del dolor se dedica al abordaje del dolor crónico de todo tipo y la Unidad de Cuidados Paliativos es un abordaje integral de pacientes que se encuentran al final de la  vida, con una enfermedad incurable progresiva que no responde a tratamientos curativos y que tiene un pronóstico de vida corta.

-¿Cómo se establece la relación con el paciente?

-La mayoría de los pacientes nos llegan derivados desde Oncología, aunque también nos llegan desde otras especialidades. Ya suele ser impactante en la familia cuando se les dice que su familiar va a ser trasladado a nuestra Unidad. La alta tecnología que nosotros manejamos, a diferencia de otras unidades, soluciona comunicación y tiempo. Una consulta de cuidados paliativos no es una consulta habitual, aunque solo sea por la disposición del mobiliario, el paciente se sienta cercano al médico y a la enfermera, la familia está presente pero no es la que lleva la iniciativa de la conversación, y toda esa estrategia trata de favorecer una comunicación entre el profesional sanitario y el paciente para detectar mejor cuáles son sus necesidades de todo tipo, una evaluación global con la idea de saber cuáles son las necesidades físicas pero también espirituales, emocionales y sus necesidades de información. Queremos descubrir qué información necesita de su proceso de enfermedad para ir adecuando todos los esfuerzos de diagnóstico y tratamiento a la situación real del paciente.

-Funcionamiento, ¿Con qué personal cuenta el Equipo?

-Venimos funcionando con este modelo de atención desde el año 2011, aunque llevamos trabajando desde 1994, cuando se crea la Unidad Hospitalaria de Cuidados Paliativos y luego la Sociedad Española contra el Cáncer pone a nuestra disposición un voluntariado que nos ayuda inicialmente. Pero es en 2011 cuando el Servicio Andaluz de Salud se hace cargo de todos los pacientes. Se crean tres equipos, de atención domiciliaria, extra hospitalaria, consultas externas y a domicilio, que actúan coordinadamente con todos los recursos de atención primaria y con todos los especialistas hospitalarios. La idea es crear una red de apoyo al paciente y a la familia allí donde esté, tanto en la capital como en los pueblos de la provincia. Cada año se recorren más de 30.000 kilómetros en visitas a los domicilios de aquellos pacientes que no pueden venir hasta nuestras instalaciones.

-Números…

-Al año venimos atendiendo a unos 700 pacientes y desde el comienzo ya han pasado por la Unidad más de 3.000, que generan un  gran trabajo al atenderlos en consultas externas. Hay tres consultas para ello, atendemos a los pacientes en domicilio y tenemos consultas telefónicas gracias a las herramientas informáticas de las que disponemos. El teléfono es para nosotros la herramienta cotidiana y gracias a ello podemos poner tratamientos desde la consulta. En definitiva, muy poco personal para la gran actividad  que se desarrolla.

La planta de hospitalización tiene 19 habitaciones individuales bastante confortables que nos convierte en una de las unidades más avanzadas de Andalucía y en las que se atienden a unos 500 pacientes al año. Aquí es donde se demuestra que la familia son unos auténticos héroes.

Ahora mismo estamos atendiendo en domicilio a 230 enfermos.

-¿Qué equipo está funcionando?

-Dos médicos en planta y el personal necesario de enfermería en una planta de hospitalización que atiende 24 horas, 9 enfermeros, 9 auxiliares, celadores… y fuera de la planta tenemos 3 equipos, cada uno de ellos con personal que pasa consultas externas, y además un hospital de día que atiende a pacientes que necesitan transfusiones y otras técnicas diarias. No tenemos psicólogo de plantilla.

-¿Pero se utilizan servicios de psicología?

-En estos momentos estamos utilizando psicólogos de la Sociedad Española de la Lucha contra el Cáncer. Aunque sí tenemos una demanda continua de atención psicológica no solo de pacientes y familiares, sino también de los profesionales: vivir a diario con pacientes incurables, dando todo el día malas noticias, pasa factura normalmente.

-¿Se les puede denominar como una especie de ángeles en la tierra?

-Así nos llaman algunas personas, incluso algún medio de comunicación. Yo creo que las familias y los pacientes cuando tienen cerca a personas que les ayudan en momentos tan difíciles y con un modelo de atención tan diferenciado del que están habituados a ver en medicina, pues les llama mucho la atención y nos llaman de esa manera. Cosa que agradecemos muchísimo.

-Eso vendrá derivado del contacto tan estrecho con los pacientes.

-Claro está. Es una relación la que se establece en esta Unidad tan diferente que es muy enriquecedora para los profesionales y que llega bastante a los pacientes y a sus familiares.

-¿Les han llegado niños al ESCP?

-Afortunadamente nos han venido muchos adultos que hemos podido olvidar, pero nunca hemos olvidado a un niño, porque eso es muy doloroso. Sí está creada en Huelva la Unidad de Cuidados Paliativos Pediátricos que está ubicada en el Juan Ramón Jiménez  y que atiende a esos pequeños. Esta Unidad está coordinada con nosotros.

-¿Existen voluntarios como apoyo en este tipo de servicios?

-El voluntariado es algo que queremos fomentar porque es tanta la magnitud del trabajo, que estamos casi desbordados por esta situación y no podemos dedicarnos a poner en marcha proyectos que creemos que son interesantes. Lo que sí existe es un voluntariado en el Juan Ramón Jiménez de la Lucha contra el Cáncer que es el que nos echa una mano cuando es necesario.

-¿Algún otro proyecto?

-En muchas ciudades europeas y españolas hay un movimiento que son las Ciudades compasivas, que intenta difundir la filosofía de los cuidados. La sociedad tiene mucho miedo a la muerte porque le hemos dado la espalda históricamente y parece como si nunca nos fuéramos a morir. Lo que trata de difundir es, que siendo la muerte una realidad inevitable, la adaptación a ese futuro mediante la difusión de técnicas de cuidados a pacientes en una situación al final de la vida. La idea es poner en marcha este movimiento de Ciudad compasiva, aprovechar la experiencia de familiares de pacientes que asumieron el cuidado de ellos en su domicilio, para difundir esa cultura y que gente interesada pueda apoyar a otros cuidadores.

-¿Es suficiente el servicio para Huelva?

-Se nos ha quedado corto. La demanda que estamos haciendo a la Dirección del Hospital es de ampliación. Hoy día se invierte mucho en tecnología de diagnóstico de tratamiento, pero tenemos una población que cada vez está más envejecida, en la que las enfermedades incurables cada vez son más intensas, con mucho sufrimiento… Hemos alargado la vida para que nos dé tiempo a que aparezcan muchas patologías que ocasionan vulnerabilidad y sufrimiento, y ese sufrimiento hay que aliviarlo y hay que paliarlo. Por tanto esta Unidad es un movimiento que tiene que ir creciendo dentro de las estructuras de los hospitales para abordar el sufrimiento de pacientes que tienen mucha edad, pero también mucha patología asociada que hay que combatir.

En las instalaciones del Equipo de Soporte de Cuidados Paliativos en el Hospital Vázquez Díaz de Huelva donde nos atendió amablemente el Doctor Tomás Camacho se respira tranquilidad, sosiego, paz, amor, complicidad, serenidad, equilibrio, silencio y calma, pero sobre todo esperanza.

UNA ENTREVISTA DE

Ernesto B. Seijas

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Juan José García del Hoyo es Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la misma Universidad. Nació en Huelva en 1963.

Sus padres le enseñaron desde pequeño a ponerse al servicio de los demás e implicarse en el bienestar de sus convecinos, en las cuestiones que afectan a los onubenses. Cree que la sociedad debe mejorar día a día, y en que todos somos responsables de impulsar ese cambio. Por eso fue uno de los estudiantes que promovió la creación de la Universidad de Huelva, organizando las movilizaciones que condujeron a la manifestación del 3 de marzo de 1988.

Es Presidente de la Agrupación de Interés por las Infraestructuras y Presidente del Consejo Económico y Social (CES) de Huelva; ha publicado un libro titulado: Liberalización y sobreexplotación pesquera en la Andalucía atlántica de la primera mitad del siglo XIX y es autor de 200 publicaciones entre artículos, monografías y obras colectivas.

 

Estamos en plena aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, ¿Cuál es el trato recibido por la Provincia en ese reparto territorial y cuál el aportado por la Junta de Andalucía?

—Según un análisis hecho por parte del Consejo Económico y Social (CES) estamos por debajo de la media española desde los años 70, bastante por debajo. Algunos años hemos llegado al 2% de la inversión media por habitante, es demencial. Si eso ocurre un año y al siguiente se compensa no existe problema, pero cuando se va a acumulando esa situación vamos percibiendo cómo nos hemos quedado por detrás del resto del País. Todas las provincias han ido mejorando en comunicaciones, en la red de cercanías, etc. mientras no-

sotros hemos perdido recursos.

—Esos recursos ¿de dónde tienen que venir?

—Del Gobierno Central fundamentalmente las grandes infraestructuras, en temas ferroviarios hemos descendido un 40% en los últimos 30 años mientras que España ha crecido un 340 por cien. Somos la última provincia en España y la última provincia en Andalucía.

—¿Eso qué significa?

—Que nuestras empresas tienen barreras para competir en igualdad con empresas de otras zonas y que nuevas inversiones es difícil que solucionen Huelva. Es la pescadilla que se muerde la cola, cada vez somos más pobres y estamos en una espiral de pobreza que nos está provocando que no seamos capaces de salir de la crisis. Estamos en descenso.

—¿Existen estudios que avalen esto?

—Hacemos predicciones trimestrales de cómo evoluciona el mercado del trabajo que demuestran que no tenemos desde hace 4 años fuerza para decir que estamos remontando, al contrario: tenemos que decir que estamos llegando abajo. Cuando un trimestre vemos un dato más favorable, el siguiente nos llega el mazazo de que vuelve a caer algún indicador como consecuencia de que no podemos competir. No se están creando más empresas, no hay inversión externa a la Provincia que venga del sector privado porque falta la inversión pública. Lo único que nos ha quedado es el Puerto que está clasificándose y que está aportando algo, pero no solo es el Puerto el que tiene que competir.

—¿De dónde tienen que llegar los cambios?

—Los cambios necesarios deben comenzar por una inversión pública que compense el déficit acumulado y eso significa carreteras, con una nueva conexión con Extremadura que permita la salida de productos a través de la Vía de la Plata; significa infraestructuras ferroviarias, al menos una línea moderna del siglo XXI y no una del siglo IXX que es la que hay con Sevilla, y una modernización de la Huelva—Zafra para no tardar 4/5 horas en llegar a Extremadura, que es una verdadera aberración y está provocando un subdesarrollo no solamente en la sierra sino en el Andévalo que podría estar comunicado con la capital perfectamente por ferrocarril. ¿Quién va a coger el tren así para subir a la Sierra? El tren vertebraría media provincia uniendo la zona costera con la Sierra. Y ya el AVE es el colmo, en el 92 éramos la provincia de toda España que teníamos más cerca el tren de alta velocidad. Parecía que era inminente completar la conexión con la costa. Por eso se realizaron grandes inversiones en hoteles, pensando en esa posibilidad y aún seguimos siendo la provincia de todo el Estado que tarda más tiempo en llegar por ferrocarril a Madrid. Nosotros y Almería somos los últimos pese a estar en una distancia intermedia.

—¿Mejoras?

—Es absolutamente necesaria una mejora de esas comunicaciones, la vía es única y eso provoca paradas muy largas en puntos como La Palma. El Puerto va a invertir unos 5 millones de Euros para hacer dos apartaderos para que sus trenes de cercanía no bloqueen el paso por la vía que es del siglo diecinueve con dos curvas inmensas en el Aljarafe antes de llegar a Sevilla que hace que se invierta sólo en ese tramos dos tercios del tiempo del total del viaje. Por eso el trazado del AVE corrige estas deficiencias y planifica una vía doble para solucionar el tráfico doble lo que haría del ferrocarril un transporte más competitivo que el propio coche para ir a Sevilla y a los pueblos de la ruta, eliminando riesgos y permitiendo hacer cercanías o medias distancias. Así tendríamos una conexión ferroviaria acorde con los tiempos que es lo que existe en toda España.

—¿En carreteras?

—En carreteras hablamos de la 435 que se comenzó su desdoblamiento pero que ahí se quedó. La expansión minera en los últimos cinco años está provocando un incremento en el tráfico de camiones que no se está solucionando, se está colapsando y si empieza la producción al máximo nivel las estimaciones son de un camión saliendo por esa carretera cada cuatro minutos. En cualquier momento que se pudiera producir algún parón la conexión con Extremadura y con el interior estaría bloqueada.

—Queda claro que la solución de la economía onubense pasa por el desarrollo de las infraestructuras. ¿Cuáles serían las recomendaciones para iniciar ese crecimiento? ¿Qué papel juega el onubense?

—El Puerto de Huelva ha propuesto invertir diez millones de euros en modernizar la Huelva—Zafra y parece que este año podría haber una partida de ADIF que acompañe esa inversión, cosa que en años anteriores se había negado. Con eso tendríamos una parte de la inversión necesaria. Pero el onubense tiene que concienciarse de la situación, no se puede dejar engañar por los cantos de sirena que muchas veces nos lanzan, tenemos que ser conscientes de que estamos muy mal, y crear una única entidad en la que se sienten todos los partidos y fuerzas sociales de la Provincia para hacer una hoja de ruta que se cumpla. Eso pasa en Almería y Granada.

—Existe la Diputación y la Subdelegación del Gobierno, incluso otras administraciones que podrían liderar esa iniciativa.

—En Huelva eso no se ha conseguido nunca, y parece que a los partidos políticos les ha funcionando bien en los últimos 30 años que han estado alternándose en el poder. Cuando ves las inversiones per cápita en Huelva desde hace 50 años, hasta el 76 estamos en la media española, a partir de ahí, con la democracia, empieza a hundirse, sólo dos años hemos estado por encima de la media.

—¿Cuál es el papel de la sociedad civil?

—Como investigador de la realidad, mi percepción es que Huelva perdió peso con la capitalidad. En los 60 se duplicó la población pero la mitad de esa gente llegaba de los pueblos y el fin de semana se volvía a ellos; todo el movimiento económico lo hacía a través de su pueblo, desde pintar su casa hasta, incluso, el repostar gasolina en su coche. La ciudad estaba atomizada en barriadas dispersas y no había conciencia de sociedad. El cariño por tu tierra te lo dan tus abuelos y aquí eso se perdió, la mitad de la población no tenía conciencia de ciudad y si la capital no tenía esta conciencia y orgullo de ciudad, tampoco la provincia. Nunca hubo una planificación y un interés común, siempre fueron acciones aisladas que no han conformado ese sentimiento necesario para el crecimiento colectivo de la Provincia. Todo esto hace que seamos poco reivindicativos.

Ahora ha llegado el momento, creo que con la tercera o cuarta generación de onubenses criados aquí con una preparación superior, más formados y, aunque les falte información, existe ahora esa posibilidad, la de movilizar a la sociedad civil.

Según mi criterio hay tres males en Huelva. Uno, los políticos, que han sido poco reivindicativos, sumisos con los poderes externos a la Provincia. Pero los políticos se mueven por impulsos, por la presión externa y esa presión les tiene que llegar desde la sociedad. Para ello es necesaria la información, que no les llega y eso tiene dos responsables, el que tiene la obligación de generarla y no lo hace, y también los medios de comunicación que tienen la misión de difundir esa información. Aquí eso falla. El problema de Huelva en conjunto es su propia sociedad civil.

—¿Cómo ve desde su perspectiva la situación de las familias?

—En Huelva hubo una época dorada en la que, con la expansión inmobiliaria, las familias crecieron económicamente teniendo una capacidad de gasto que anteriormente no tenían, lo que provocó que muchos jóvenes dejaran de estudiar y se dedicaran al ladrillo. Luego, con la crisis, se nos plantea lo que pasaba diez años antes: que no hay alternativa, que las tecnologías han afectado a muchos sectores, que donde antes en el Polo Químico trabajaban cinco ahora trabaja una persona y además con una preparación media alta, que en la minería donde trabajaban cincuenta ahora lo hacen diez trabajadores. Todo eso hace que exista una población sin alternativa de empleo. En los últimos siete años hemos perdido cuarenta mil empleos netos en la Provincia, pero además al haber crecido diez mil empleos en la agricultura, la realidad es que la pérdida se sitúe en 50.000 puestos de trabajo. El peso del trabajo en agricultura es tremendo pero su salario medio anual son unos 7.000 €, lo que quiere decir que hemos cambiado un empleo en el sector servicios o de producción industrial con un nivel medio de 40/50.000 € por salarios de 7 mil. Es decir cada uno de esos empleos en agricultura son 0,15 empleos equivalentes, que la renta que tiene ese empleo tiene que sumar 7 empleos para que sea comparable con cualquier otra actividad.

Tenemos un indicador que es la renta declarada y Huelva y los pueblos de alrededor están en el 50% de la media nacional.

—¿Podemos comprometer a los políticos a actuar?

—Tenemos unos recursos naturales que son el sol y el agua que están infrautilizados. Somos una de las provincias con menor superficie de regadío de España siendo una de las que más agua tiene, lo que responde a una falta de infraestructuras. El canal de Trigueros, que se anunció el otro día, se podría hacer en seis meses y sin embargo se ha dado un plazo de 2 años para redactar el proyecto. Mientras, los políticos, aunque el agua llegue dentro de 6 o 7 años, se felicitan unos a otros por lo conseguido. Tiene que haber más compromiso.

—¿El futuro en ese campo?

Lo que deja dinero no es la agricultura, es la transformación de los productos agrícolas, los preparados de 4ª o 5ª generación, que es lo que crea mejor empleo. ¿Quién vive mejor: el que coge la fresa en el campo o el que está en la cooperativa manipulándola? Tiene más renta el que está en la Cooperativa que además, tiene un trabajo más cómodo. Tenemos pocos empleos de este tipo, pero para crearlos hace falta mejorar las comunicaciones y conseguir que la terminal de una fábrica se instale aquí para que el producto del campo se manipule aquí y llegue a su destino para poder consumirlo. Es significativo los polígonos industriales que existen en la autovía 92, la mayoría están en la provincia de Sevilla.

—¿La Universidad debería ser protagonista para una nueva economía en Huelva?

—La Universidad ha aportado mucha investigación que se ha puesto en funcionamiento en distintos proyectos que están funcionando en el Parque Huelva Empresarial. Se puede hacer más, pero para tener investigadores es necesario presupuesto, para tener presupuesto tienes que tener renta y si no hay renta difícilmente podemos tener presupuesto. Si los Ayuntamientos tuvieran más recaudación podría haber más dinero para inversión, aunque es cierto que la I+D en el extranjero la hace el sector privado pero aquí estamos acostumbrados a que la hagan las entidades públicas, la Universidad fundamentalmente, pero los planes de investigación del Ministerio han caído a un 20%. La Universidad está haciendo algo; no todo lo que debiera, podría hacer muchísimo más. La mitad de la Universidad son personas que están vinculadas fuera de Huelva, que vienen, dan sus clases y se marchan, por eso no tomamos más el impacto de esa actividad investigadora.

—¿Todo esto se traduce en empobrecimiento?

—Todo es renta, claro está. Cada vez vamos a mayor empobrecimiento. Cuando la renta per cápita va reduciéndose, significa que el que no ha perdido su empelo sigue ganando lo mismo que hace 10 años, pero que hay mucha gente que gana menos o no está ganando nada. El porcentaje que está ganando menos que hace diez años se ha incrementado de una forma notoria. Y la pena es que además, no tenemos estadísticas a nivel local que te permita cuantificar esa situación.

—¿Hay que incrementar las ayudas de instituciones públicas y privadas a las familias?

—La labor de Ayuntamientos, otras instituciones y la de Resurgir por ejemplo, hace que haya una renta mínima de subsistencia y que las personas puedan estar por lo menos consumiendo y viviendo. En un entorno familiar de pobreza la prioridad no es la formación de los niños, ni el comprar unos libros; si se van solucionando algunas cuestiones eso permite que las personas vayan luchando por salir de ahí y que no se pierdan las esperanzas y las expectativas. Hay un dato significativo y es que una mayoría de los estudiantes de Huelva no ven su futuro laboral aquí, lo ven fuera. La situación es de enquistamiento, la recaudación fiscal en la provincia nos dice que son los funcionarios públicos y parte de los trabajadores por cuenta ajena, al margen de los pensionistas, los que tributan cada uno por cinco onubenses. La economía sumergida crece más donde hay más autónomos y donde hay más empleo agrario, en Huelva hemos llegado al 18.%.

—¿Hay un mensaje de esperanza y de compromiso a la clase política?

—Si esta provincia ha sido capaz de seguir adelante en los últimos 30 años sin una inversión pública adecuada es porque hay iniciativa en la sociedad, recursos en el entorno que nos hacen seguir subsistiendo. Yo espero que este trato discriminatorio con Huelva se vaya terminando, que esta Huelva despierte, que se mueva la sociedad. Yo llevo 4 años volcado en eso, ya soy la bestia negra para algunos, pero tengo que decir que cuando cambie el color seguiré diciendo lo mismo y mi compromiso será el mismo. La gente se tiene que comprometer, es importante para Huelva, en la medida que sea, por pequeño que sea ese compromiso. Tenemos que aprovechar los medios que otros nos ponen con sus impuestos para hacer crecer a esta Provincia. Si conseguimos que la Universidad se implique esto irá cambiando y los jóvenes tienen mucho que decir, pero hay que inculcarles que si luchan podemos conseguir que esto cambie. Esa es la mentalidad que hay que buscar en la sociedad, la que ha tenido, quizá por primera vez, en el tema de Majarabique, que se ha involucrado y ha reivindicado lo que por derecho nos pertenece.

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A propósito de la actitud displicente del poder para con los jubilados.

¡Lástima de tribu deshonrada!,
nos han crecido con hedor el olvido,
quién vivirá con dignidad su júbilo,
quién puso la hebilla tan alta
para acabar la vida en el desaire,
quién movió la escalera.

Dónde están los guardianes de mi tribu
ahora que muerde la sinrazón
el crepúsculo de nuestras tardes,
ahora que a miseria huele la alcoba,
ahora que solo somos dos grandes memorias en desuso,
quién jalea la soledad
en nuestras cortinas cada instante.

Son ellos, han venido a cubrirse la cara
con nuestras dignidades. Ellos no merecen
que la mirada les alivie los ojos,
han perdido la cuenta de nosotros,
han atravesado los muros de nuestra decencia
para taparnos la boca con cero veinticinco sueños
y nos colocan a la puerta del abismo
a solo una voz de la muerte;
ya no somos referencia del honor,
nos han cambiado por números rentables.

¡Qué bien que nos olvidaran del todo
hasta en la siempre falaz hora de las promesas!

UN APORTACIÓN DE

Ramón Llanes

Poeta onubense

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En el momento de escribir este artículo de opinión aún resuenan los ecos de una efeméride tan emblemática como la del 12 de octubre. Las lecturas de lo que aconteció en tal fecha del año 1492 son diversas, como también los ángulos desde los cuales puede observarse. Me permito, en esta oportunidad, observar el hecho histórico desde una perspectiva quizás poco habitual, pero provechosa a los efectos del mensaje que pretendo construir y trasladar.

Viendo esa gesta como una empresa: tuvo un líder que asumió grandes riesgos y que no decayó pese a las enormes dificultades y fracasos previos; ese líder fue capaz de reunir en torno a si y a su proyecto quimérico a colaboradores que le siguieron y compartieron con él información relevante para el buen fin del mismo; fue apoyado y financiado por el poder del Estado gracias a que encontró a alguien que creyó en él e intercedió ante instancias influyentes: lo que hoy llamaríamos “networking”.

En suma: liderazgo, asunción de riesgos, complicidades, disponibilidad de información, red de influencias en las más altas esferas del poder. Estas circunstancias concurrieron aquí en aquellos años de finales del siglo XV. ¿Por qué si no fue elegido este lugar por D. Cristóbal Colón para intentar una aventura que no había encontrado eco en otros reinos? No fue casualidad.

Trasladándonos en el tiempo más de quinientos años, dar la vuelta a la situación económica de Huelva capital es el proyecto. Igual que D. Cristóbal buscaba abrir una nueva vía que conectara occidente con oriente, ahora hemos de encontrar una nueva vía para conectar el pasado y el presente con el futuro, reinventando una economía local en la que sus cimientos flaquean. Encontró (descubrió) algo que no buscaba, pero que en cualquier modo hizo cambiar el mundo; nosotros hemos de encontrar una nueva visión para la Huelva del siglo XXI que la haga cambiar profundamente: es tan necesario e importante como urgente. Ahí están las estadísticas de desempleo, nivel de renta, pobreza…

Para lograrlo, tomemos nota del hecho histórico y preguntémonos si se vuelven a reunir los ingredientes necesarios:

–              Liderazgo, que difícilmente puede ejercerse desde la división profunda de organizaciones políticas con vocación de gobierno y empresariales;

–              Asunción de riesgos, que no se toman más allá de cálculos electoralistas con la vista puesta en los próximos comicios;

–              Complicidades con la amplitud necesaria, que pasaría por compartir un proyecto de ciudad construido a partir de un proceso participativo abierto a la sociedad, sin confundir el todo con una parte o algunas de ellas, dando cabida en la mayor medida posible a las diversas sensibilidades e intereses;

–              Disponibilidad de información para alimentar este proceso, que difícilmente puede hacerse si los agentes del conocimiento y sus expertos no están íntimamente implicados en función de sus méritos y capacidades, sin sesgos de filias y fobias;

–              Influencia en las más altas esferas del poder, que se ve dificultada por la ausencia de peso político allí donde se toman las decisiones importantes (no es necesario, a estas alturas, recordar los tan traídos y llevados proyectos de inversión pendientes que revitalizarían la actividad económica local).

Aunque este panorama puede parecer desalentador, como observador de nuestra realidad percibo que algo está cambiando y puede alterarlo para bien: las bases sociales (preocupadas, inquietas, cansadas, desilusionadas, que reflexionan) se están organizando para elevar su voz. Quizás se ha llegado a un punto en que ya no es suficiente con una mejora del modo de gobernanza actual, sino que lo que se requiere es una manera de gobernar diferente: no tanto de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Esto pasa por la co-responsabilidad y por adoptar un rol más activo y menos conformista o complaciente como ciudadanos.

En otras palabras, abandonar el fatalismo, la pasividad y asumir que somos -en mayor medida de lo que solemos creer- depositarios de nuestro propio destino, pese a las resistencias que todo cambio profundo genera. El pensamiento único ha de dar paso a una visión más plural y rica, del mismo modo que la política como profesión ha de dar paso a una praxis de la misma como servicio temporal a la comunidad de que se forma parte.a dónde podemos llegar? ¿Es otra realidad posible? Debe serlo.

UN ARTÍCULO DE

Alfonso Vargas Sánchez

Catedrático de Organización de Empresas de la UHU

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