Una reflexión de Carlos Rodríguez Parra, párroco de la Purísima

Una reflexión de Carlos Rodríguez Parra, párroco de la Purísima

Una reflexión de Carlos Rodríguez Parra, párroco de la Purísima

Resurgir, caridad y dignidad humana

No pocas personas contraponen caridad y justicia como antagónicas entre sí, afirmando que la justicia es la meta ineludible a la que debe aspirar y encaminarse toda sociedad, mientras que la caridad es el recurso del que hay que echar mano, como si de un mal menor se tratase, cuando la sociedad, por injusta, no es capaz o no quiere establecer los medios y las estructuras sociales y económicas que posibiliten una real distribución de oportunidades entre sus miembros, que les garanticen una vida digna.

No cabe duda de que una verdadera justicia social es signo inequívoco de una sociedad equilibrada y sana, que da a cada uno lo que le corresponde según su esfuerzo y mérito personal, pero creando las bases necesarias para que el punto de partida de todos a la hora de disfrutar de las mismas oportunidades sea real. En este sentido, posibilitar que la sociedad sea justa es sinónimo de tratar a todos y cada uno de los que la conforman de forma ecuánime, equitativa e imparcial. ¡Y eso es loable y bueno!

Sin embargo, quien sabe realmente lo que encierra en sí misma la palabra caridad y la vivencia de la misma, comprende que ésta no es un desdichado subsidio al que lamentablemente recurrir para remediar en lo posible la falta de justicia, siendo ésta la única buena y loable, y aquélla, el parche que tapa la vergüenza de nuestro fracaso como sociedad y tranquiliza las conciencias.

La caridad es el amor sin medida que no da a cada uno lo que se merece, sino que da a cada uno, con independencia de que lo merezca o no, lo que necesita; la caridad no consiste en dar, sino en darse; la caridad no ve al otro como a un ciudadano -sujeto de derechos y de deberes-, sino como a un hermano -ese que es parte de mí mismo y cuya suerte comparto tanto en lo bueno como en lo malo-. ¡Por eso la caridad es más laudable!

Pretender una sociedad en la que rija una justicia radical, en la que todos poseamos lo mismo y gocemos de los mismos bienes, además de ser algo imposible de lograr, sería también una injusticia radical, pues cada persona es poseedora de unas cualidades que la hacen única y de unas capacidades que le hacen desenvolverse con mayor o menor éxito, alcanzar mayores cotas de prosperidad o que más fácilmente le abocarán a quedar rezagada con respecto a algunos de sus semejantes. Nuestra sustancial diferencia con respecto a las demás personas imposibilitará que, aunque se creen estructuras y medios políticos, sociales y económicos justos, dejen de existir situaciones que coloquen a determinadas personas en situación de desventaja que la sola justicia no puede remediar, y para los que siempre habrá de estar presente la caridad.

Toda forma de caridad, si esta es cabalmente entendida, es buena. Pero, aquella que con su modo de proceder dignifica la dignidad de la persona socorrida, siempre será mejor.

Desde que hace ya 25 años emergió en la sociedad onubense el Economato Resurgir, éste, que es más que una asociación que pretende paliar en la medida de lo posible la falta de justicia social, siendo la conjunción de unos corazones, mentes y manos siempre abiertas que se donan mediante la entrega de su tiempo, esfuerzo, ilusiones e imaginación al prójimo que necesita ser, no sólo auxiliado en su necesidad básica de conseguir una alimentación digna, sino también -y muchas veces principalmente- en su necesidad de ser acogido, comprendido, valorado, escuchado y mirado amorosamente con verdadera caridad, ha realizado el don de la verdadera caridad desde el presupuesto de la dignificación de la persona socorrida.

No es de extrañar pues, que la fórmula que felizmente fue dada a luz como medio para ayudar a tantos prójimos necesitados, fuese la de un economato.

Establecer un economato con el que ayudar a quienes necesitan cubrir sus necesidades básicas, garantiza que estos hermanos nuestros no vean menoscabada su dignidad, ya que, bien por sus propios medios, bien ayudados externamente por parroquias, Cáritas u otras entidades, al acudir al Economato Resurgir, ellos mismos depositan una pequeña cantidad de dinero que les permite comprar -a un precio muy inferior al de mercado- los alimentos, artículos de aseo personal y de limpieza de la casa que necesitan.

Ello contribuye a que, al tener que hacer un cierto esfuerzo económico para adquirirlos, no perciban que les son donados como si ellos mismos no pudiesen aportar nada útil siquiera para su propio sustento y en todo dependan de lo que buenamente se les quiera dar, sino que, al contrario, por el hecho de comprarlos, de pagar por ellos, realmente son suyos, se los han ganado con su esfuerzo.

Solamente quien se ha visto alguna vez en la necesidad de tener que pedir sin poder aportar algo a cambio, sabe hasta qué punto ese hecho lleva a sentirse mal, como inferior. Pero cuando la persona es capaz de aportar por aquello que percibe, siente que se lo ha ganado con su esfuerzo y valía. Y la valía no es la medida de lo que tienes, sino de lo que eres. Vales no por lo que tienes sino por quién eres.

Esta forma de ayudar es la gran y feliz idea que representa como realidad eficazmente transformadora Resurgir. Un medio eficaz para que cualquier persona que se acerque a él pueda, sintiéndose un ciudadano más que hace la compra, ver remediada su situación de carestía.

Y pueda hacerlo, comprando distintos productos tanto de marcas, llamémoslas más básicas, como de aquellos cuyas marcas son reconocidas por todos, lo cual también ayuda a apreciar la realidad de una compra tan normal y habitual como la que se pueda hacer en cualquier otro establecimiento.

Pero para que todo esto sea posible, Resurgir no solamente hace una labor de asistencia en su economato, sino que también hace la tan necesaria labor de concienciación entre aquellos que disponemos de una mejor situación económica, laboral, social y personal. Para ello edita regularmente la revista que tienes en tus manos. Ella pretende dar cumplida información de la vida y caminar de Resurgir; pretende mostrar el rostro de quienes se acercan a Resurgir para ser dignamente atendidos y que no son números o estadísticas, sino personas concretas; y, finalmente, pretende mover nuestros corazones y voluntades para que no echemos en el olvido a tantos hermanos nuestros que verían acrecentada su necesidad si nosotros desamparásemos a Resurgir.

Con cinco panes y dos peces no se puede dar de comer a una multitud. Pero hubo una vez en que uno dio esos pocos panes y peces y Otro hizo que comieran todos.

Tal vez no tengamos más que esos pocos panes y peces, y con ellos lo que consigamos sea menos de lo que se necesita, pero si seguimos entregándole a Resurgir esos humildes pero sinceros recursos, Resurgir los seguirá multiplicando para que, si no llegan a todos, al menos, lleguen a no pocos. Y esos pocos, hasta que construyamos un mundo más justo, no carecerán de nuestro amor; de tu caridad y de la mía.

¡Y es que la persiana de Resurgir la levantamos entre todos!

—————————————————————————————

Carlos Javier Rodríguez Parra, nacido en Minas de Riotinto (49 años) el 13 de junio de 1974, fue ordenado diácono en la Santa Iglesia Catedral de Huelva en el año 2000, ejerciendo su diaconado en las parroquias de Punta Umbría en donde recibió la Sagrada Ordenación Presbiteral el 23 de junio de 2001.

Ha ejercido su ministerio sacerdotal en las parroquias de Villablanca, San Silvestre de Guzmán, Sanlúcar de Guadiana, Pozo del Camino y La Redondela (2001/ 07). Isla cristina (2007/15). Lepe y La Antilla (2015/22). Y, desde septiembre del pasado año en la Purísima Concepción.

Fue Vicario Episcopal de la costa y el Andévalo, miembro del Consejo Episcopal, del Colegio de Consultores, del Consejo del Presbiterio y del Consejo Diocesano de Pastoral.

Bachiller en teología por la Facultad de Teología de Granada y licenciado en derecho canónico por la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.

Canónico Doctoral de la Santa Iglesia Catedral de Huelva, se ha incorporado al Tribunal Diocesano.

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A corazón abierto con el Centro Naím

A corazón abierto con el Centro Naím

Enganchados a la vida

No se trata de curar una enfermedad, sino de hacer un hombre nuevo, es decir, de ofrecer la oportunidad de nacer de nuevo a quienes, a causa de la droga, han abandonado todo proyecto de vida y todo ideal.

El compromiso con Naím se manifiesta no solo en sus trabajadores, sino en los voluntarios que se acercan al Centro para ayudar en lo que cada uno puede dependiendo de su profesión y conocimientos. Los propios “residentes” son voluntarios, todos colaboran en las tareas del Centro y todos trabajan para llevar esto adelante.

Naím nace en 1991, cuando dos sacerdotes, Pepe García y yo (Paco Echevarría) nos planteamos hacer algo ya que en Huelva a nivel eclesial no había nada de este tipo. Nos prestaron esta finca y comenzamos nuestra caminar.

Centro naim

Después de unos años se creó la Asociación, compramos la finca y pusimos en marcha, teniendo como primera intención ayudar a los chavales a pasar el síndrome de abstinencia y enviarlos luego a Málaga donde sí había un centro Proyecto Hombre. Pero una vez que empezamos nos dimos cuenta que podíamos hacer algo más, como semilla de mostaza que habla el Evangelio. Es una cosa que sin pensar lo que íbamos a hacer nos metimos en ello y llegamos a lo que actualmente tenemos, una Comunidad Terapéutica de varones para ajuste de la personalidad, que ha ido creciendo, en la que fuimos investigando y creando el programa de trabajo de acuerdo con la experiencia, lo que hace que vaya desarrollándose y madurando a lo largo de los 32 años de vida del Centro Naím. Y sigue en revisión permanente, en función de los destinarios a los que se aplica, que van cambiando continuamente.

Centro naim

 

El perfil del residente ha ido evolucionando en estos años. En los 90 fue la heroína, después llego la cocaína y ahora estamos en las drogas nuevas como el “fentanilo” y esas cosas que son muy peligrosas, que está haciendo estragos en Estados Unidos y que no tardará mucho en llegar aquí. Estamos haciendo lo que podemos. Antes eran solo consumidores de sustancias químicas, ahora se ha abierto a personas con conductas adictivas y a otras posibilidades.

Esto es lo que tenemos, una realidad viva que sigue creciendo como una piel que sigue evolucionando con la historia, no un traje que se hace y ya está. Es un proceso dinámico que se retroalimenta para seguir respondiendo a la realidad de hoy.

Rafael Barrera, un psicólogo que llega al Centro para ser atendido nos introduce en el perfil del “residente” de Naím.

Yo me encargo de hacer el cribado de admisión. Nos viene mucha gente con patologías, con trastornos neuronales, pero esa gente no encaja aquí. El perfil que admitimos es hasta 45 años, con alguna patología transitoria, con adicción a las drogas y que quieren ser tratados para el reajuste de su propia personalidad.

Rafael llega a Naím con 23 años para someterse a un programa terapéutico que superó. Luego se le propuso que estudiara y se enganchó como psicólogo “a dar parte de lo que había recibido” ofreciendo lo mejor después de estar en constante formación alentados por ese gran patriarca del Centro Naím que es Paco Echevarría.

Rafael Barrera nos cuenta que fue drogadicto, que pasó por Naím, que comenzó a estudiar y que ahora es uno de los psicólogos que imparte el programa de trabajo a los “residentes” desde hace 25 años. “Yo estoy aquí por el compromiso que me ha traspasado Paco Echevarría, no es por dinero, es por lo que él me ha ido inculcando que me obliga a entregar lo mejor de mí para ayudar a los que ahora me necesitan”.

El primero de los objetivos globales, es que el residente consiga crecer como persona, que se desarrolle conociendo sus potencialidades y debilidades para saber afrontar su vida con libertad.

El segundo de los objetivos es que el joven alcance la madurez y el equilibrio necesario para vivir plenamente su condición de ser humano. La droga ha frustrado su proyecto de vida, y se trata de ofrecerle la oportunidad de retomar el control de su existencia y de vivir la experiencia de su regeneración. Se trata de ayudar al joven a salir de la droga y mediante un programa educativo específico que alcance su pleno desarrollo como ser humano que le sirva para contrarrestar las secuelas negativas que le ha dejado su adicción.

La persona no se recupera, según los responsables de Naím, mientras que no hay una recuperación a nivel espiritual. El nivel físico es lo primero, la reestructuración cognitiva se va dando poco a poco y la emocional a través de los talleres y la experiencia, pero la dimensión espiritual es el sostén de todo. Juan García entra de lleno en este aspecto de la espiritualidad a través del evangelio dada su experiencia de trabajo con los grupos cristianos. El se encarga, cada domingo, de mantener reuniones con los “residentes” y desmenuzar el evangelio del día trabajando todos esos valores inspirados en él. Para Juan García se trata de descubrir al Jesús Sanador, ese Jesús que impulsa, que perdona, que ayuda, que transmite compasión, no lástima, el que transmite la solidaridad para recoger al que está tirado en la cuneta. “Yo lo que trato es de que las carencias que tienen convertirlas en posibilidades positivas cuando se encuentran con Jesús de Nazaret”. El evangelio tiene una dimensión terapéutica muy importante: “En Naím hay mucha hambre de conocer a Jesús para sentirse un discípulo más”. Hay que conectar con los valores: el amor responsable, la responsabilidad, el dominio de sí mismo… Se trata de conseguir el control de la propia existencia, la honestidad, la solidaridad, la sociabilidad, hay que ser capaz de crear un clima de fraternidad, de verdadera amistad, de comunicación respetuosa.

Para Enrique Romero la parte más importante del programa se produce en las salidas a la calle, al mundo real. Primero unas horas, después, los fines de semana los “residentes” ponen en práctica en la calle, con responsabilidad, lo que han aprendido en el Centro: retomar los lazos familiares, trabajar asuntos laborales y crear un nuevo entorno social positivo. Es como si la estancia en el Centro fuera el entrenamiento y los fines de semana juegan el partido para poner en práctica todo lo entrenado. Utilizan las herramientas que han ido adquiriendo para creer en ellos mismos dando pasitos de confianza, consiguiendo sus objetivos.

Desde que se fundó Naím pueden haber pasado por el Centro más de 1.500 chicos. Entre ingresos y reingresos, al año pueden ser entre 80 y 90. Habitualmente la población del centro es de 35/40 “residentes” que suelen estar un año. Solo un 20 % abandona. Los dos años siguientes están sometidos a seguimiento en distintas fases.

En primera persona

ARTURO es un residente que lleva 6 meses en el Centro.

Yo siento que he recuperado mi vida. Vengo de una trayectoria en la que había pasado por muchos centros de rehabilitación y sentía que todos ellos se preocupaban más de su beneficio que del mío. Aquí es diferente. Lo primero que me enseñaron es la humildad, y a partir de ahí asumir mis errores y dejar de negarlos o no querer verlos. He aprendido a ser más persona, a quererme más y a estar más a gusto conmigo mismo. Gracias a eso he podido comenzar a darme a los demás como siempre me hubiera gustado.

Cuando uno está en la adicción está viviendo un engaño aunque en ese momento creemos que es real. Yo lo veo como si fuera una pesadilla y que la realidad está en despertarse, que es lo que yo he conseguido aquí en Naím.

Como mensaje a mis compañeros me gustaría dar el impulso y decirles que por muy mal que lo estén pasando y mal que lo estén viviendo y por muchas emociones negativas que sufran en su día a día, que todo es un engaño, que es una pesadilla, pero que existe la posibilidad de despertarse y acabar con esa pesadilla, que existe una vida mucho más bonita que la que creemos cuando estamos mal.

ABEL es otro de los chicos que están ingresados en Naím.

Naím es un lugar que acoge a personas que venimos con adicciones y nos hace cambiar nuestro estilo de vida. Aquí tenemos un montón de grupos en los que nos empezamos a conocer a nosotros mismos para afrontar todas las dificultades que nos encontramos en la calle. Somos gente que venimos muy destruida, con un montón de valores perdidos, pero con el acogimiento que tenemos y formar parte de esta familia, aquí empezamos otra vez a recuperarlos, desde la hermandad, el compañerismo, la responsabilidad, la rectitud… Es un sitito donde el que quiere puede cambiar y crecer como persona.

La financiación del Centro Naím.

La financiación de Naím viene del esfuerzo compartido. La familia afronta una parte del gasto porque es importante que se implique económicamente, al menos en lo que puedan. La sensación no puede ser de aparcar el problema y olvidarse de él porque no cuesta dinero, es al contrario: tiene que colaborar económicamente para solventar el problema y para darle confianza al residente. Otra parte de la financiación, explica Paco Echevarría, es a través de donativos que llegan de particulares. La Parroquia de Punta Umbría, donde nació Naím, hace colectas para nosotros; se hacen también campañas de alimentos, desde Resurgir nos ayudan en muchas ocasiones, y sobre todo en la contención del gasto: tenemos una economía muy ajustada, hay que saber dónde y cómo se gasta cada euro, como se decía en la antigüedad “que el dinero que das de limosna sude en tus manos”. Aquí no se está para ganar dinero ni promocionar, aquí se está por vocación.

Centro naim

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La pobreza es invisible y sigue enquistada en España, en Andalucía y especialmente en Huelva

Después de muchas vicisitudes, seguimos navegando.

Hemos vivido situaciones difíciles y momentos de calma: empezamos en el 2019 con la pandemia, confinamiento, mascarillas, ERTES, vacunas, guerra de Ucrania, devastadores efectos del cambio climático, sequía, aumento de los intereses de las hipotecas, aumento del precio de los alquileres, de la luz, el gas, inflación exagerada que ha sumido en la pobreza a miles de familias… Hay más contratos indefinidos, pero gran parte de ellos son a tiempo parcial o discontinuos.

Durante el confinamiento, Resurgir siguió abierto y atendiendo a las familias que lo necesitaron, siempre con las máximas medidas de seguridad sanitaria y con el apoyo del voluntariado más joven y algunos trabajadores voluntarios de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Huelva.

Nuestro agradecimiento a esas personas que se unieron a nosotros y también al Ayuntamiento de Huelva, que ha mantenido el convenio de colaboración durante ocho años y con ello hemos podido atender a cientos de familias todos los meses. No podemos decir lo mismo de la Diputación provincial, que a pesar de la fuerte demanda de la gente de los pueblos de la provincia de menos de 20.000 habitantes, no hubo manera de renovar un convenio que habíamos mantenido desde 2009 y que sirvió, en los años anteriores al confinamiento, de apoyo inestimable a cientos de familias de la provincia.

Por primera vez tenemos una mujer alcaldesa de Huelva, Pilar Miranda, con una sensibilidad especial para los más desfavorecidos y siempre cercana, apoyando nuestra labor. Confiamos plenamente que seguiremos trabajando junto con el Ayuntamiento de Huelva, aunque la cantidad se ha quedado corta para atender a tantas familias por la inflación.

Por otra parte tenemos un nuevo Presidente de la Diputación, David Toscano, que tiene experiencia en nuestro común trabajo durante varios años, como alcalde de Aljaraque.

La pobreza es invisible y sigue enquistada en España, en Andalucía y especialmente en Huelva, así como la desigualdad entre los que están situados, instalados, en un lado de la orilla y los otros, que no llegan a mediados de mes.

El 38,7 por ciento de la población andaluza está en riesgo de pobreza o exclusión social. En total, 3,27 millones de personas que tienen muchas dificultades para afrontar el día a día. Y casi un 16 por ciento de los andaluces vive en hogares que sobreviven con una tasa de pobreza severa. La situación, además, empeoró durante la pandemia: según los datos de Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A), en 2021 hubo 157.294 personas más en riesgo de pobreza que el año anterior, un incremento de un 1,8 por ciento, bastante por encima de la media nacional.

La Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A) ha presentado un informe en el que pone de manifiesto la difícil situación que atraviesa la provincia de Huelva, con una brecha salarial creciente. Pero pone en valor la efectividad del escudo social. (Estos son datos publicados en octubre de 2022).

Desde Resurgir seguiremos en primera línea atendiendo, acogiendo y escuchando a las familias usuarias, y esperamos que la Diputación Provincial recupere su compromiso solidario con los más vulnerables y tengamos un efecto multiplicador al esfuerzo común.

Manuel García Villalba
Presidente de la Asociación Resurgir

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Hemos de saludar a la vida cada mañana pase lo que pase, porque la actitud de agradecimiento nos está responsabilizando con nuestro entorno. Pasamos, en poco tiempo, de celebrar el día de santos y difuntos, que dependiendo de las diferentes culturas se manifiestan de distinta manera, desde la tristeza y el recogimiento de estas fechas, o celebración y comida compartida alrededor del sepulcro del finado, a la alegría en la espera, del nacimiento del que para muchos es un referente irrepetible, Jesús de Nazaret.

Pero sin apartarnos de la profundidad de sentimientos sociales o religiosos, hay otros conceptos que no debemos pasar por alto y son la gratitud y el optimismo. Decía R. Emerson “la medida de la salud mental es la predisposición a encontrar lo bueno en todas partes”. Y es que el optimismo, es la aptitud positiva, que apuesta por confiar en tu capacidad, en colaboración con el entorno y así es como todo fluye, percibiéndose implicada esa capacidad, por propio placer y disfrute, con una gratitud responsable, que debemos contagiar a los demás.

Bienaventurados los que se ríen de sí mismos, porque nunca les faltarán motivos de qué reírse. Una de las emociones que nos distingue a la especie humana es el sentido del humor y la expresión de la risa, aunque por motivos educacionales o de influencia, hayan sido encasillados o poco valorados. El humor tiene un gran efecto terapéutico, benditos aquellos que llevan la alegría y buen humor a niños y ancianos en hospitales, bendita la sonrisa que recibes del chico del semáforo pese a su pobreza y dificultad, porque no solo ayuda a otros, sino que revierte en nosotros mismos.

Hemos de considerar por tanto, que el buen sentido del humor deberíamos escribirlo con MAYUSCULA, porque refleja la situación de cada persona y solo por la dicha de vivir, debemos contagiar y repercutir en los demás, aptitud que también nos responsabiliza con el entorno y si la vida se nos da gratuitamente, también debemos ser capaces de entregarla con alegría y delicadeza. El buen humor es también la capacidad de crear aptitudes positivas de la nada y en momentos de crisis como la que vivimos, económicas pero también de valores, son tan importantes como el propio intelecto, no tachándola a veces de poco oportuna o virtud menor, como si estuviera vedado un canto de alegría, antes que una crucifixión permanente.

Saludar a la vida cada mañana es sentir la brisa que está pasando ante una ventana que abres al presente, sin más futuro que lo que en ese instante acontece.

“Si quieres ver sonreír a Dios, cuéntale tus proyectos”, o como decía Chaplin “la vida es una tragedia si la contemplamos de cerca, pero una comedia si se contempla desde cierta distancia». Es en el término medio donde estaremos bien colocados.

Leonardo Valladares Domínguez

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Economía y ecología

Economía y ecología

Economía y ecología

El objetivo principal de la economía en este momento es el crecimiento económico. Este se mide a través del Producto Interior Bruto (PIB) de modo que el norte que dirige la actuación de nuestras sociedades es que este último se incremente sin freno. Cabe recordar que el PIB es lo que producimos en un país en un año, de modo que tener como norte que este se incremente cada vez más, es buscar que año tras año tengamos “más entre todos” y esto conlleva en sí mismo un problema ecológico. Porque para producir bienes y servicios, precisamos de tres elementos esenciales. El primero es el trabajo. Sin actividad humana puesta al servicio del producir no se puede hacer nada. El segundo es lo que los economistas denominamos capital, que puede describirse de una manera más sencilla como herramientas, maquinaria, instrumentos e infraestructuras. Es decir, todas aquellas cosas que fabricamos para que nos faciliten la producción de otras. En tercer lugar precisamos de recursos naturales: minerales, madera, animales, etc. Es decir, todos los bienes que nos proporciona la naturaleza sin los cuales no podemos producir absolutamente nada.

Incrementar la producción sin fin puede hacerse de dos maneras. La primera es mejorando la productividad, es decir, logrando con los mismos recursos que la producción aumente. El segundo, es incrementando el número de factores de producción que tenemos. Esto es, utilizando más trabajo, más herramientas o máquinas o instrumentos, e incrementando el uso de los recursos naturales. El trabajo depende de las personas con las que contamos para la producción, el capital de lo que ahorramos y dedicamos no a producir bienes para el consumo, sino para fabricar aquellas cosas que no sirven para producir otro. El problema ecológico nos llega, entre otras cosas, por la utilización creciente de los recursos naturales. Si estos pudiesen utilizarse sin desgastarlos como sucede con la energía solar, el viento o las mareas, no tendríamos ningún problema ecológico ya que su utilización no los gasta ni los desgasta. Siempre los tenemos ahí a nuestra disposición los transformemos o no en energía (que suele ser su uso más habitual). Sin embargo, estos recursos son la excepción. La mayoría de ellos se desgastan o agotan con el uso. Una vez utilizados no pueden ser usados en otra ocasión.

A pesar de ello, algunos de estos recursos pueden renovarse y podemos mantener la cantidad de recursos a pesar de utilizarlos. Me estoy refiriendo, sobre todo, a aquellos que derivan de seres vivos. Nosotros podemos cortar árboles para utilizar su madera, pero si plantamos otros al mismo tiempo, no tenemos por qué acabar con la madera ni con los bosques. Lo mismo sucede con cualquier recurso natural proveniente de una planta o de un animal. Todos se reproducen y si los matamos a menor ritmo que su reproducción, puede hasta incrementarse la cantidad del recurso a pesar de que lo utilizamos. Sin embargo, existen otros recursos naturales en los que ya no sucede lo mismo. Cuando utilizamos gasolina en nuestros automóviles, ese petróleo ya no puede volver a ser utilizado, se ha acabado, no lo recuperamos. Existen recursos que se agotan con su uso y ya no hay posibilidad alguna de que se reproduzcan o se vuelvan a utilizar.

Podríamos pensar (y algunos así lo afirman) que existen progresos que pueden hacer que coexista un crecimiento económico sin que se agoten los recursos existentes. Se basan para decirlo en la existencia de tres elementos que pueden hacer que produzcamos más sin necesidad de utilizar más recursos naturales. El primero es los avances tecnológicos que conllevan incrementos de productividad (es decir, se puede producir lo mismo utilizando menos recursos o visto desde otro prisma, se produce más con los mismos recursos). El segundo es el incremento del reciclaje y la reutilización que puede hacer que la basura generada por la sociedad se transforme en recursos para producir más bienes en el futuro. El tercero es la utilización de fuentes energéticas renovables como pueden ser el sol o el viento, de este modo podemos incrementar nuestra capacidad energética (necesaria para producir más) sin utilizar más recursos perecederos. La combinación de estos tres elementos es la que, según estas personas, va a lograr que sigamos produciendo más y más sin agotar los recursos de la tierra porque logramos el crecimiento sin utilizar más recursos.

La confianza en que estos avances suponen la posibilidad de un crecimiento económico infinito peca de ingenua (a mi entender) por dos motivos principales. El primero es que aunque mantuviésemos el uso actual de recursos naturales anuales, este no es sostenible durante siglos y siglos sin que se agoten, ya que la tierra es limitada. El segundo y más poderoso es que, además, esto no se da. En el periodo transcurrido entre 1950 y 2010 la producción mundial por habitante casi se ha triplicado1, al mismo tiempo, la utilización de recursos naturales se multiplicó por más de cuatro2. Esto quiere decir que a pesar de los avances tecnológicos importantes que se han dado en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI y del incremento del reciclaje y de las tecnologías limpias, la utilización de recursos naturales se ha multiplicado por cuatro y las previsiones de la Agencia Europea del Medio Ambiente son que este uso de recursos se duplicará de nuevo para 2050. Dicho de otra manera, a pesar de los tres factores que frenan la utilización de recursos naturales, esta crece imparablemente de modo que es imposible compatibilizar a largo plazo el crecimiento económico con la reducción de la utilización de recursos naturales.

Es por ello que no podemos crecer ilimitadamente. La cantidad de recursos que existen en una sociedad limitan nuestra capacidad de producir más. No podemos incrementar la producción de una manera indefinida porque corremos el riesgo de agotar los recursos del planeta. Lo oímos constantemente: especies animales y vegetales que se extinguen, minas que cierran porque ya no queda mineral, desaparición de masa forestal a nivel global… Es difícil compatibilizar el crecimiento ilimitado con la limitación de recursos existente. Cabe preguntarse si lo que necesitamos es seguir investigando y haciendo esfuerzos para lograr crecimiento económico sin utilizar tantos recursos, o realmente la clave está en cambiar el objetivo económico de nuestras sociedades. Desde mi punto de vista, buscar la sostenibilidad de un objetivo insostenible (crecer ilimitadamente, lograr tener más y más entre todos año tras año) solo puede lograrse cambiando el objetivo hacia el que dirigimos nuestra economía. Buscar un objetivo económico que no sea por si mismo insostenible.

Este objetivo no debe centrarse en el tener, sino que esto hay que ponerlo al servicio de la persona. Porque para ser más persona y más libre no hace falta una cantidad exagerada de recursos, hace falta tener lo suficiente para vivir, para llevar una vida digna en el entorno en el que nos encontramos cada uno de nosotros. Por ello es necesario cambiar el objetivo económico para pasar desde ese “tener más entre todos” que buscamos en estos momentos, a un modelo económico que busque como su principal objetivo que “todos tengan al menos lo suficiente”. Cuando este es el norte económico al que dirigirse el desarrollo no se mide entonces por tener más, porque se incremente la producción sin freno, sino porque consigamos que no haya pobres, que los que menos tienen obtengan al menos lo suficiente.

Y este es un objetivo compatible con la conservación del medio ambiente en sí mismo. En la medida que para tener lo suficiente no hace falta producir más y más de una manera ilimitada, el objetivo es totalmente sostenible a largo plazo. No necesitamos tener cada vez más, no precisamos utilizar más y más recursos para generar crecimiento económico, podemos vivir con una producción estable que sea suficiente para que todos cubran sus necesidades y si a esto añadimos los avances ya nombrados con anterioridad (tecnologías eficientes, reciclaje, reutilización y energías renovables) nos lleva a que la cantidad de recursos utilizados se pueda reducir año tras año. Cuando el concepto de desarrollo cambia, el problema ecológico que supone la búsqueda infinita de crecimiento se evita y se deja a un lado. La economía deja de ser un problema para el cuidado de la creación y la explotación infinita de nuestros recursos deja de ser lo normal. Necesitamos modificar el horizonte de nuestra actuación económica para poder cuidar de nuestra creación y lograr que la economía sea compatible con el cuidado medioambiental. Mientras que el fin último de nuestra organización económica sea el crecimiento económico, difícilmente podremos lograr este sin deteriorar cada vez más la casa común en la que todos vivimos.

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  1. http://www.ggdc.net/maddison/maddison-project/home.htm
  2. Global megatrends Intensified global competition for resources (GMT 7) http://www.eea.europa.eu/soer-2015/global/competition (consultado el 19 de Abril de 2017)

UN ARTÍCULO DE

Enrique Lluch Frechina

Profesor de Economía de la Universidad CEU Cardenal herrera

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sonriendo al espasmo en la tormenta
y al deshonor de los miedos. El voluntario
es el dios que el hambre espera
con un gesto calmo y unas manos repletas
de ansiedades.

Son hombres de agallas de la tierra
que se juegan con los otros la esperanza,
que no se conforman con límites;
son mujeres que tiemblan en cada palabra
y se duelen cuando les supera la carencia.
Son seres espirituales donantes de tiempo
con bondades abiertas,
son voluntarios del TODO, curtidos en la dolencia
y el menester, crecidos de hombros hacia arriba
con la libertad del pensamiento.

Son seres que se escapan del concepto
manoseado de humanidad,
que algo más inmenso que la sangre
les riega la emoción.
Son nuestros santos héroes de cada día.

A todos los que hacéis posible el día a día de este pequeño milagro, ¡gracias!

UNA APORTACIÓN DE

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Poeta onubense

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