El nenúfar que brota, saliendo a la superficie
La fórmula del Economato Resurgir, su paradigma, es un modelo de eficacia revestida de un componente formal que la hace doblemente efectiva: se consigue contribuir a satisfacer necesidades básicas para muchas familias pero se hace de tal forma que las personas que se benefician de su colaboración experimentan una propuesta de normalidad, en un contexto difícil donde parecía que el único recurso era la caridad entendida de la forma tradicional.
Salir a flote, resurgir es una coyuntura por la que todos hemos necesitado pasar en algún o algunos momentos de nuestra vida. Y esto ha sido preciso a partir o como consecuencia de naufragios emocionales -casi todo el mundo, aunque hayan podido ser ocasionales- y materiales -muchos- de mayor o menor intensidad. Respecto a estos últimos, la lluvia de esperanza que el economato Resurgir ha posibilitado durante casi dos décadas en Huelva, y sigue posibilitando, supone un aro salvavidas que permite el tránsito hacia la superficie, a la espera del advenimiento de tiempos mejores -que llegarán- para un increíble número de familias.
Y las iniciativas, las organizaciones no son otra cosa que personas. La gente que está detrás de Resurgir es nada más y nada menos que buena gente. Humanos con sus propias vidas y, sin duda, con sus propios problemas, que deciden no pasar de largo ante el sufrimiento ajeno. A Dios gracias hay mucha gente que participa y colabora en instituciones de ayuda al prójimo, pero esta de Resurgir es muy muy especial. La brillantez y eficacia del modelo, y su oportunidad en particular en estos últimos tiempos de crisis y desequilibrio en la distribución de la riqueza, hacen del economato una extraordinaria sorpresa en su origen y una fuente permanente de buenas noticias cada día.
Contribuir a mitigar las carencias respecto a necesidades básicas es un acto de justicia, y en torno a esta idea pivota la definición de Resurgir y el compromiso de sus voluntarios. El economato tiene la virtud de actuar coordinadamente en el fondo y en la forma. En el fondo porque consigue un resultado efectivo al propiciar que las familias puedan adquirir artículos básicos y cubrir esta parcela imprescindible para vivir; en la forma por que lo hace de una forma singular, porque configura unas instalaciones, unos lineales de productos, donde la pulcritud, la buena imagen, la comodidad… las buenas vibraciones, algo energético, se combinan con lo material.
La pirámide de las necesidades de Maslow, como teoría precursora de las de motivación humana, es cuestionada parcialmente en el ámbito científico porque se duda de la rigidez que supone considerar que solo se tiene un nivel de necesidades activadas en cada momento. Hay estudiosos que tampoco aceptan ese orden jerárquico de necesidades: fisiológicas, seguridad, afiliación, reconocimiento y autorrealización. En mi modesta opinión, cuando circunscribimos el análisis a los peldaños de las necesidades básicas, la idea de que la satisfacción de estas es imprescindible para considerar activadas las de orden superior me parece indiscutible.
Por eso es más difícil que nazcan las sonrisas si la angustia por que una familia tenga problemas de subsistencia nubla los pensamientos. La labor de Resurgir contribuye a recuperar esas sonrisas, muchas sonrisas, que suben a la superficie como los nenúfares que antes estaban semi sumergidos y cerrados en sí mismos. Cuando han superado ese nivel de la superficie brotan abriéndose a una belleza espectacular. Ese punto de partida, de salir a flote, que posibilita la existencia de Resurgir es una fuente de la que manan nuevos escenarios para aquellos que pueden padecer la durísima experiencia de carecer de recursos para algo tan justo como disponer de alimento y artículos domésticos básicos. Recuperar la sensación de dignidad -nunca se pierde en si misma- es una contribución de un valor incomparable por lo que todos debemos agradecer a la Providencia que exista Resurgir, y ayudar a que subsista en tan loable tarea.
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