La navidad: ¡despertad! Recuperar los valores
Hemos de saludar a la vida cada mañana pase lo que pase, porque la actitud de agradecimiento nos está responsabilizando con nuestro entorno. Pasamos, en poco tiempo, de celebrar el día de santos y difuntos, que dependiendo de las diferentes culturas se manifiestan de distinta manera, desde la tristeza y el recogimiento de estas fechas, o celebración y comida compartida alrededor del sepulcro del finado, a la alegría en la espera, del nacimiento del que para muchos es un referente irrepetible, Jesús de Nazaret.
Pero sin apartarnos de la profundidad de sentimientos sociales o religiosos, hay otros conceptos que no debemos pasar por alto y son la gratitud y el optimismo. Decía R. Emerson “la medida de la salud mental es la predisposición a encontrar lo bueno en todas partes”. Y es que el optimismo, es la aptitud positiva, que apuesta por confiar en tu capacidad, en colaboración con el entorno y así es como todo fluye, percibiéndose implicada esa capacidad, por propio placer y disfrute, con una gratitud responsable, que debemos contagiar a los demás.
Bienaventurados los que se ríen de sí mismos, porque nunca les faltarán motivos de qué reírse. Una de las emociones que nos distingue a la especie humana es el sentido del humor y la expresión de la risa, aunque por motivos educacionales o de influencia, hayan sido encasillados o poco valorados. El humor tiene un gran efecto terapéutico, benditos aquellos que llevan la alegría y buen humor a niños y ancianos en hospitales, bendita la sonrisa que recibes del chico del semáforo pese a su pobreza y dificultad, porque no solo ayuda a otros, sino que revierte en nosotros mismos.
Hemos de considerar por tanto, que el buen sentido del humor deberíamos escribirlo con MAYUSCULA, porque refleja la situación de cada persona y solo por la dicha de vivir, debemos contagiar y repercutir en los demás, aptitud que también nos responsabiliza con el entorno y si la vida se nos da gratuitamente, también debemos ser capaces de entregarla con alegría y delicadeza. El buen humor es también la capacidad de crear aptitudes positivas de la nada y en momentos de crisis como la que vivimos, económicas pero también de valores, son tan importantes como el propio intelecto, no tachándola a veces de poco oportuna o virtud menor, como si estuviera vedado un canto de alegría, antes que una crucifixión permanente.
Saludar a la vida cada mañana es sentir la brisa que está pasando ante una ventana que abres al presente, sin más futuro que lo que en ese instante acontece.
“Si quieres ver sonreír a Dios, cuéntale tus proyectos”, o como decía Chaplin “la vida es una tragedia si la contemplamos de cerca, pero una comedia si se contempla desde cierta distancia». Es en el término medio donde estaremos bien colocados.
Leonardo Valladares Domínguez
EDITORIAL NAVIDAD 2019