Andalucía es hoy por hoy la gran puerta de Europa.
Cada día recala en nuestras costas un número indeterminado de personas que huyen de hambrunas, guerras, pobreza extrema.
A esto hay que añadir las bolsas de pobreza preexistentes debido a las especiales condiciones del campo andaluz:
no olvidemos que la renta per cápita en Andalucía es casi un 20% inferior a la de España.
En el Sur (Extremadura, Andalucía, Canarias, Ceuta y Melilla) se concentran 3.002.000 pobres: el 35.3% del total de pobres del Estado. Esto si nos atenemos a las cifras oficiales. Las otras, las que nadie conoce con exactitud, varían cada día: gente que llega de las zonas más deprimidas de Africa, de Europa del Este, y que encuentran un trabajo eventual en el campo. Hemos visto gente durmiendo en playas y parques, al abrigo de cualquier cobertizo o hacinados en barracones en condiciones infrahumanas.
Más de un tercio de los pobres del Estado viven en este Sur. En todas las provincias se supera con creces la tasa media de hogares y personas en pobreza.
Ranking de la pobreza por provincias
La «intensidad» de la pobreza económica es también superior a la media excepto en Canarias que se acerca a la misma, y los niveles de malestar o pobreza sociológica son también superiores en todas estas Comunidades y entre sus pobres, excepto en Extremadura (83.6 sobre 100).
Así los casos de Ceuta y Melilla, Extremadura y Andalucía encabezan el «ranking» de indicadores conjuntos de la peor pobreza Nacional.
Con todo lo que aquí se recoge son «generalizaciones» que requieren el estudio en detalle de cada provincia.
Aunque proporcionalmente en el conjunto de los pobres del Estado son un sector minoritario, los gitanos pobres, sobre todo, y los sectores de inmigrantes (norteafricanos del África Negra, sudamericanos y de los países del Este), están en una situación global de pobreza muy problemática y de gran desventaja con relación al conjunto de los pobres.
Una parte importante de la pobreza severa residente en el país pertenece a estas minorías étnicas estén o no esté censados o empadronados.
En primer lugar, desde 1991 se observa en toda la Unión Europea un incremento del número de personas que viven sin techo o en condiciones inadecuadas, con el agravante de un pronóstico pesimista de cara al futuro inmediato.
Aunque no existe una definición universalmente aceptada, los términos homeless o sans-abri, no se refieren tanto a una pauta de conducta personal (como por ejemplo el transeuntismo, nómada, itinerante y desarraigado), como a una situación, que se caracteriza por la falta de alojamiento adecuado según los estándares sociales vigentes en cada sociedad, e incluye a todas las personas que no consiguen acceder al mismo o conservarlo, ya sea por barreras sociales difíciles de salvar, o por condiciones personales, lo que exige la ayuda de algún servicio social de apoyo.
La población sin hogar se está haciendo cada vez más heterogénea. Junto al varón solitario de mediana edad, se ha detectado en los diferentes servicios que atienden a la gente sin techo una creciente presencia de:
- Jóvenes, con edades comprendidas entre 16 y 24 años (que según el tipo de servicio oscila entre el 20 y el 23%);
- Inmigrantes/extranjeros, (13-24%);
- Trabajadores temporeros (14-17%);
- Mujeres (8-13%);
- Grupos familiares (2-5%)
- Menores de 16 años (1-2%).
En cuanto a los extranjeros que recalan en la red buscando alojamiento temporal, proceden sobre todo del Norte de África (marroquíes y argelinos), de Europa Occidental (portugueses), y de la Europa del Este. Los inmigrantes subsaharianos y latinoamericanos (ecuatorianos sobre todo), que se hacen muy presentes entre la clientela de algunos comedores, no son demasiado abundantes en los centros de alojamiento convencionales que no están destinados específicamente a albergar a extranjeros.
Elaboración propia a partir del Informe de Cáritas Española
sobre la Pobreza y otros